I Racconti Brevi di Jorge Muzam*

NARRÁNDOME Más que contar, me cuento. Es mi inclinación afortunada o nefasta, dependiendo del ánimo o la distancia con que se observe. El re...



NARRÁNDOME


Más que contar, me cuento. Es mi inclinación afortunada o nefasta, dependiendo del ánimo o la distancia con que se observe. El resto es adherencia, contexto, conjetura. Los colores van por cuenta de Nabokov. Es decir, a él le debo la importancia de ese aspecto narrativo. Y a Rulfo la inmensidad de un mundo hostil e inevitable. A Bukowski cierto cinismo, cierta orfandad de pugilista arrinconado. De Philip Roth intento adquirir su experticia para bucear en el alma compleja. Allí donde la moral o la religión son meras excusas de superficie para sobrevivir o doblegar a otros. De Joseph Roth, el santo bebedor, su ternura para retratar personajes que no encuentran su sitio. De Henry Miller, su chisporroteo nihilista. De Céline su poesía. De Foster Wallace su meticulosidad extravagante. De Joyce, su humor. A Kenzaburo Oé le debo la niebla que palpa los cerros, cierta perplejidad resignada ante el horror y no poca humildad. A Bashevis Singer, la escafandra ciega para respirar en un mundo tan injustamente usual.


NARRANDOMI


Più che raccontare, mi racconto. E’ la mia inclinazione fortunata o nefasta, a seconda dell’animo o della distanza da cui si osservi. Il resto è adesione, contesto, congettura. I colori sono grazie a Nabokov. Vale a dire, è a lui che debbo l’importanza di quell’aspetto narrativo. E a Rulfo, l’immensità di un mondo ostile e inevitabile. A Bukowski un certo cinismo, certa orfanilità da pugile messo all’angolo. Da Philip Roth cerco di acquisire la sua perizia per fare immersioni nell’anima complessa. Lì dove la moralità o la religione sono semplici scuse di superficie per sopravvivere o per piegare gli altri. Da Joseph Roth, il santo bevitore, la sua tenerezza nel ritrarre personaggi che non trovano il loro posto. Da Henry Miller, il suo prorompente nichilismo. Da Céline, la sua poesia. Da Foster Wallace la sua stravagante meticolosità. Da Joyce, il suo umorismo. A Kenzaburo Oé gli debbo la nebbia che palpa le colline, una certa perplessità rassegnata di fronte all’orrore e, non poca umiltà. A Bashevis Singer, il cieco scafandro per respirare in un mondo così ingiustamente usuale.


LUCHA DE CLASES CANINA


Pillín, Cholo, Boby y Terry son los nombres habituales de los perros quiltros nacidos en Chile. Son los llamados mestizos. Sobrevivientes de mil peleas callejeras, acostumbrados al frío, al hambre y al vagabundeo. Suelen deambular por las calles, miran con ojos de pena a los niñitos que salen de los McDonalds, esperan la luz verde de los semáforos y supervisan los desfiles públicos. Cuando alguien se siente perturbado por su presencia, simplemente les espeta: ¡anda a echarte mierda! Llamarse Cholo es como llamarse Juan en humano, Pillín equivale a Pedro, Boby a Luis y Terry a José.

Pero tal como entre los humanos, entre los perros también hay estrictas divisiones sociales. Los quiltros son la clase baja, la indigente, la despojada, el pueblo explotado que sobrevive lamiendo huesitos roídos.

La clase media son los perros guardianes, los enormes rotwaillers, los pitbull, los bulldog, los pastores alemanes y los doberman. Ellos prestan un servicio de seguridad a los aspiracionistas que compran enormes viviendas que casi no tienen patio, y a los delincuentes que deben disuadir a los otros delincuentes de las quitadas de droga. Cuando el aspiracionista pierde el trabajo o cae en desgracia, simplemente se deshace del perro dejándolo tirado en caminos rurales. Los delincuentes se los comen asados.

La aristocracia perruna corresponde a los afganos, chow chow, poodles, beagles y hasta los chihuahua. Suelen llamarse Edgard, Sophie o Elizabeth, y tienen privilegios incluso superiores a los de un parlamentario (lo cual parece imposible) La aristocracia perruna ha ido creciendo a la par que los nuevos ricos. En Chile se les llama "perros de raza" y confieren estatus a quien los ostente en los parques. Decir “de raza” basta para henchir el corazón y el culo de sus dueños. Poseer un perro de raza implica generar condiciones ambientales y alimenticias para el óptimo desenvolvimiento de los músculos e intestinos del can.

De esta forma, semanalmente tienen horas reservadas para baño, peinado, masaje, limaje de uñas y psicólogo en exclusivos centros de belleza canina. Conjuntamente, se le compran accesorios deportivos para que el señor perro haga deporte en casa, bien manufacturadas vestimentas para cubrir sus lomos, huesos artificiales sin grasa para sus dientes, juguetes para que no se aburra y comida especial para que su mierda no huela a mierda.

Por lo demás, el árbol genealógico del perro (inventado o legítimo) debe demostrar con rotunda claridad que en algún momento tuvo antepasados nobles que ladraban en inglés. Por esto, resulta natural que el perro se siente cuando le dicen ¡Sit down!


LOTTA DI CLASSE CANINA


Pillín, Cholo, Boby e Terry sono i soliti nomi dei cani bastardi nati in Cile. Sono i cosiddetti meticci. Sopravvissuti a mille litigi di strada, abituati al freddo, alla fame e al vagabondaggio. Sono soliti deambulare per le strade, guardando con occhi di pena i bambini che escono dai McDonalds, aspettano la luce verde dei semafori e vigilano le sfilate pubbliche. Quando qualcuno si sente disturbato dalla loro presenza, semplicemente li infilza: vattene via stronzo! Chiamarsi Cholo è come chiamarsi Giovanni in chiave umana, Pillín equivale a Pietro, Boby a Luigi e Terry a Giuseppe.

Ma, come tra gli esseri umani, anche tra i cani ci sono rigorose divisioni sociali. I bastardi sono la classe bassa, quella indigente, quella diseredata, il popolo sfruttato che sopravvive leccando piccoli ossi rosicchiati.

La classe media sono i cani da guardia, gli enormi rotwaillers, i pitbull, i bulldog, i pastori tedeschi e i dobermann. Essi prestano un servizio di sicurezza gli aspiranti che comprano enormi case che non hanno quasi cortile, e ai delinquenti che devono dissuadere altri delinquenti dai furti di droga. Quando il concorrente perde il lavoro o cade in disgrazia, semplicemente si libera del cane abbandonandolo sulle strade rurali. I delinquenti se li mangiano arrosto.

L'aristocrazia canina corrisponde agli afgani, chow chow, barboncini, beagles e perfino i chihuahua. Si chiamano solitamente Edgard, Sophie o Elizabeth, e hanno privilegi anche superiori a quelli di un parlamentare (che sembra impossibile). L'aristocrazia canina è cresciuta alla pari dei nuovi ricchi. In Cile li si definisce "cani di razza" e conferiscono status a chi li ostenta nei parchi. Dire "razza" è sufficiente per gonfiare il cuore e il culo dei suoi rispettivi padroni. Possedere un cane di razza comporta la creazione di condizioni ambientali e nutrizionali per lo sviluppo ottimale dei muscoli e intestini del cane.

Inoltre, hanno ore settimanali riservate per il bagno, pettinatura, massaggio, limatura di unghie e psicologo, in centri esclusivi di bellezza canina. Congiuntamente, gli si compra accessori sportivi perché il signor cane faccia sport in casa, vestimenta ben rifinite per coprire i suoi lombi, ossi artificiali senza grasso per i suoi denti, giocattoli perché non si annoi e cibo speciale per evitare che la sua merda puzzi di merda.

Inoltre, l’albero genealogico del cane di razza (inventato o legittimo) deve dimostrare con evidente chiarezza che una volta aveva antenati nobili che abbaiavano in inglese. Pertanto, risulta naturale che il cane si sieda quando gli dicono, sit down!


PADRES E HIJOS


Pienso en la vida cotidiana de los Madrazo. Tantos pintores geniales en una sola familia. José, y sus hijos Federico, Pedro y Luis, y luego, años más tarde, un nieto, Mariano. Todos creando fraternalmente al amparo de un mismo apellido, en un mismo hogar, junto al mismo fogón, compartiendo pinceles, acuarelas, hallazgos estéticos y los alientos de un palmoteo orgulloso. 

Pienso en Dumas padre y Dumas hijo, ambos escribiendo bajo una vela, bebiendo el mismo vino, creando mano a mano las historias que se harán inmortales. 

Tuve un profesor en la universidad, Cristián Guerrero Yoacham. Dictaba la cátedra de Historia de América. En algún momento confluyó con su hijo, de igual nombre y también académico, aunque especialista en Historia de Chile. El hijo había llegado a ser Doctor en Historia antes que el padre. Los veía en el estrado, dos luminarias hablando sobre teorías de la historia, y a ratos, el papá, sin poder aguantarse su orgullo ni su condición de padre, le hablaba a su hijo como a un pequeño travieso sorprendido en falta.

La madre del Ché Guevara era sobreprotectora como la mayoría de las madres. A Ernesto lo veía enfermizo, incapaz de enfrentar los desafíos de la vida. Si hubiese sido por ella lo habría cuidado con esmero todo el tiempo posible. Pero su padre, el padre del Ché, ya veía en él los trazos de la grandeza, podía escarbar en su mirada, adivinar gestos, actitudes, percibir habilidades y el carácter suficiente para imponer su sueño. Los años demostraron que el padre tenía razón.

Veo el caso del Julian Lennon. Claudio Rodríguez escribió sobre eso. Su padre no lo tomó mucho en cuenta, y Julian anduvo a la deriva, mendigando atención, abrazos de amigos de su padre, de desconocidos, porque el gran John no tenía tiempo, y luego vino Yoko, y el círculo se cerró sin Julian. 

Thomas y Klaus Mann, padre e hijo, ambos escritores, tuvieron una relación difícil. Klaus no podía deshacerse de la poderosa sombra de su padre, escribía de forma compulsiva, y al padre no le gustaba lo que escribía, no lo valoraba. Klaus sufría ante este desdén paterno. Duró poco. Se mató un día cualquiera, muy temprano. Pasaron aún muchos años antes que se empezara a reparar en sus obras, y muchos más para que los lectores y críticos del mundo entendieran que no era inferior a su padre, sólo distinto. 

Tengo dos hijos que son mis soles, mi aliento de vida, la primavera eterna en la mirada. Cuando vivía con ellos soñábamos juntos y nos reíamos muchísimo. Leíamos libros divertidos, y también historias que adelantaban la complejidad de la vida adulta. Llegué a soñar que entre los tres iniciaríamos una larga tradición de intelectuales rebeldes. Yo veía el genio en sus ojos, la viveza de sus miradas, las habilidades a flor de piel. Tenían todo para alcanzar las estrellas más lejanas, y esto seguro de que lo lograrán, a su manera, como universos autónomos.

No provengo de una familia de intelectuales. Junto a mi madre solíamos leer lo que llegaba a nuestras manos. Papeles de envoltorio, revistas viejas. No teníamos libros. Apenas algo de comida y muebles roñosos. En casa de mi abuelastro sí había libros, y en abundancia. El era un policía autodidacta, su ambición de conocimiento provenía de él mismo. Compraba libros compulsivamente, ediciones caras, sin atención a su presupuesto de funcionario público. Y así, mes a mes, y año tras año, fue armando una biblioteca de miles de libros, lo mejor del conocimiento, desde medicina hasta arquitectura, desde literatura hasta astronomía. Gracias a esa biblioteca pude leer con avidez y desorden lo que fui encontrando. También con cierta arrogancia, porque lo que leía adquiría pleno sentido para mí, y lo relacionaba con otras lecturas, con lo que veía a diario, comparaba épocas, personas, concepciones morales. Nadie estaba junto a mí para guiarme, a nadie le importaba, nadie reparaba en que una de las miradas de la familia empezaba a despegar, y aunque seguía en el mismo sitio, ya había traído el resto del universo a nuestro patio. 

Lo demás era sobrevivir, dar y recibir patadas. La vida en comunidad suele encauzarse por un sendero de egoísmo y envidia. Al que es diferente o quiere ser diferente, y sobretodo si viene desde abajo, se le aplasta. Ni siquiera entre cercanos, ni en mi propia parentela. Yo era para ellos el raro, el perdedor, el problemático, el inadaptado, el dolor de cabeza. Los demás estaban en lo correcto, no yo. Y esa percepción dura hasta el día de hoy. Me omiten, hacen como que no me leen, como si yo no existiera, como para bajarme los humos o qué se yo. Mis amigos y lectores, que es la familia que me he encontrado en el camino, y que me ha valorado por mi talento, por mis obras, que ha visto mis huellas, que se ha detenido a escuchar mis palabras, pues ellos siempre han estado en otros lugares, en otros países, en otros continentes. 

Recuerdo el día que empecé a escribir en The Huffington Post. No pude evitar sentirme orgulloso, era un medio importantísimo a nivel mundial. Compré una botella de vino para celebrar y quise compartir mi alegría enviando la noticia por email a todos mis familiares. Ni uno solo me respondió. Ni siquiera un saludo. Menos una felicitación. Y siempre fue así. ¿Soy un resentido por eso? Pues claro que lo soy, resentido y rencoroso por ese tema y por miles de otros temas, soy un portaaviones cargado de rencores, pero al menos no los escondo.

De mi padre biológico solo he recibido una carta en 44 años. Nada augura un cambio en el horizonte. Por eso voy solo por el mundo. Sin antes ni después. Sólo quedan estas letras, que son una especie de reloj explosivo con su alarma hace tiempo activada.


PADRI E FIGLI


Penso alla vita quotidiana dei Madrazo. Tanti pittori geniali in una sola famiglia. José, e i suoi figli Federico, Pedro e Luis, e poi, anni dopo, un nipote, Mariano. Tutti creando fraternamente sotto la protezione di uno stesso cognome, nella stessa casa, accanto allo stesso camino, condividendo pennelli, acquerelli, scoperte estetiche e gli incoraggiamenti orgogliosi con dei battimano.

Penso a Dumas padre e a Dumas figlio, entrambi scrivendo sotto una candela, bevendo lo stesso vino, creando man mano le storie che diventeranno immortali.

Ho avuto un professore all’università, Cristián Guerrero Yoacham. Dettava la cattedra di storia dell’America. A un certo punto confluì con suo figlio, omonimo e anch’egli accademico, anche se specializzato nella storia del Cile. Il figlio era diventato dottore in storia prima del padre. Li vedevo sul palco, due luminari che parlavano di teorie della storia, e in certi momenti, il padre, senza riuscire a contenere il suo orgoglio né la sua condizione di padre, parlava a suo figlio come a un piccolo monello sorpreso in errore.

La madre del Che Guevara era iperprotettiva come la maggior parte delle madri. A Ernesto lo vedeva cagionevole, incapace di affrontare le sfide della vita. Se fosse dipeso da lei, lo avrebbe curato con attenzione tutto il tempo possibile. Ma suo padre, il padre del Che, già vedeva in lui i tratti della grandezza, poteva scavare nel suo sguardo, intravedere gesti, atteggiamenti, percepire abilità e il carattere sufficiente per imporre il suo sogno. Gli anni hanno dimostrato che il padre aveva ragione.

Vedo il caso di Giuliano Lennon. Claudio Rodríguez ha scritto su questo. Suo padre non lo prese molto in considerazione, e Giuliano andava alla deriva, mendicando attenzione, abbracci da amici di suo padre, da sconosciuti, perché il gran John non aveva tempo, poi venne Yoko, e il cerchio si chiuse senza Giuliano.

Thomas y Klaus Mann, padre e figlio, entrambi scrittori, ebbero un rapporto difficile. Klaus non poteva liberarsi dalla potente ombra di suo padre, scriveva compulsivamente, e al padre non piaceva ciò che scriveva, non lo apprezzava. Klaus soffriva per questo sdegno paterno. Ebbe breve durata. Si uccise un giorno qualsiasi, molto presto. Trascorsero molti anni prima che si cominciasse a porre riparo alle sue opere, e molti di più, perché i suoi lettori e critici del mondo capissero che non era inferiore a suo padre, ma solo diverso.

Ho due figli che sono i miei soli, il mio respiro di vita, la primavera eterna nello sguardo. Quando vivevo con loro sognavamo insieme e ridevamo moltissimo. Leggevamo libri divertenti, e anche storie che anticipavano la complessità della vita adulta. Ho persino sognato che noi tre avremmo iniziato una lunga tradizione di intellettuali ribelli. Io vedevo il genio nei loro occhi, la vivacità del loro sguardo, le abilità a fior di pelle. Avevano tutto per raggiungere le stelle più lontane, e questo, sicuramente, lo otterranno, al loro modo, come universi autonomi.

Non provengo da una famiglia di intellettuali. Insieme a mia madre eravamo soliti leggere ciò che arrivava nelle nostre mani. Carte da involucro, vecchie riviste. Non avevamo libri. Appena qualcosa da mangiare e mobili fatiscenti. A casa dei miei nonni, sì che c’erano libri, e in abbondanza. Lui era un poliziotto autodidatta, la sua ambizione di conoscenza proveniva da sé stesso. Comprava libri compulsivamente, edizioni rare, senza alcuna attenzione per il suo bilancio di funzionario pubblico. E così, mese dopo mese, e anno dopo anno, diede vita a una biblioteca di migliaia di libri, il meglio del sapere, dalla medicina all’architettura, dalla letteratura all’astronomia. Grazie a quella biblioteca ho potuto leggere con avidità e disordine quanto trovavo. Anche con certa arroganza, perché quel che leggevo acquisiva senso per me, lo ricollegavo con altre letture, e con ciò che leggevo quotidianamente, confrontavo epoche, persone, concezioni morali. Nessuno era accanto a me per guidarmi; a nessuno interessava, nessuno si accorse che uno degli sguardi della famiglia iniziava a prendere il volo, e sebbene fossi ancora nello stesso posto, avevo già portato il resto dell’universo al nostro giardino.

Il resto era sopravvivere, dare e ricevere calci. La vita in comunità viene solitamente convogliata lungo un sentiero di egoismi e invidia. Colui che è diverso o vuole essere diverso e, soprattutto se viene dal basso, lo si schiaccia. Io ero per loro lo strano, il perdente, il problematico, l’emarginato, il mal di testa. Gli altri erano nel giusto, io no. E quella percezione dura fino ad oggi. Mi ignorano, fingono di non leggermi, come se io non esistessi, come a volere farmi abbassare la cresta, o non so. I miei amici e lettori, che sono la famiglia che ho trovato lungo la strada, e che mi hanno valorizzato per il mio talento, per le mie opere, che hanno visto le mie orme, che si sono fermati ad ascoltare le mie parole; ebbene loro sono sempre stati in altri posti, in altri paesi, in altri continenti.

Ricordo il giorno in cui ho iniziato a scrivere per The Huffington Post. Non ho potuto fare a meno di sentirmi orgoglioso, era un media importantissimo a livello mondiale. Comprai una bottiglia di vino per festeggiare, e ho voluto condividere la mia allegria inviando la notizia via mail a tutti i miei parenti. Nemmeno uno rispose. Neanche un saluto. Ancor meno i complimenti. Ed è stato sempre così. Sono un risentito per questo? Certo che lo sono, risentito e rancoroso per quella cosa e migliaia di altre cose, sono una portaerei carica di rancori, ma almeno non li nascondo. 

Da mio padre biologico ho ricevuto soltanto una lettera in 44 anni. Nulla prevede un cambiamento all’orizzonte. Per questo vado da solo per il mondo. Senza un prima né un dopo. Restano solo queste parole, che sono una specie di orologio esplosivo con il suo allarme, ormai da tempo attivato.


LA ETERNIDAD DE LA PALABRA

Aún no sabemos lo que es la eternidad de la palabra. Ha transcurrido tan poco tiempo. Intuimos que resistirá, que portará el mensaje, cualquier mensaje, hacia un futuro inverosímil. La palabra es infancia y senectud, tarde de bolitas con hoyos de conejo y cuevas de milodón para que el juego nunca acabe. La palabra es pez resbaladizo y moneda de cambio de un espíritu impresionado, escultura fonética de la memoria, alegría y tristeza solventada en la nada.


L'ETERNITA' DELLA PAROLA

Ancora non sappiamo cosa sia l'eternità della parola. E’ trascorso così poco tempo. Intuiamo che resisterà, che porterà il messaggio, qualsiasi messaggio, verso un futuro inverosimile. La parola è infanzia e senilità, sera di biglie, con buche di coniglio e grotte di milodonte, affinché il gioco non finisca mai. La parola è pesce sgusciante e moneta di scambio di uno spirito impressionato, scultura fonetica della memoria, allegria, e tristezza risolte nel nulla.


APORÍAS DE UN BORRACHO


El sol de enero amarillenta el musgo alrededor del estanque. Los patos se ventilan con las alas abiertas. Las vacas se apelotonan bajo la sombra de un aromo negro. 

El domingo parece un día apropiado para pensar. Los otros días son para arañarse, machacar piedras, ajedrecear convenciones, sonrisas de esqueleto. Pero el pensar entristece, ensimisma. La manada se aleja. Algunos se voltean y te miran con reprobación.

Distraigo mis horas en voyeurismos librescos, chismes de la historia, circunstancias anómalas, imprevistos como norma, recreos de la mente, drogas inútiles. Los circuitos de la lógica se entrecruzan y echan chispas.

Me desgajo en aporías como un borracho que se lanza desde un acantilado sin alas certificadas. No hay soluciones a la vista, solo exploraciones sin catalejo ni mapas chapuceros ni exactitudes satelitales. Voy donde las dimensiones se diluyen, donde pasaron los beat de parranda sin siquiera percatarse. No hay sendero, ni duendes escurridizos, ni siquiera una soga para suicidarse. 

La nada no me alegra, la esperanza es vaho matinal de estiércol. El paraíso de un intelectual es frío y solitario, como el risco de un carnero que mastica nieve antes de fenecer.


APORIE DI UN UBRIACO


Il sole di gennaio ingiallisce il muschio intorno allo stagno. Le anatre si rinfrescano con le ali aperte. Le mucche si ammassano sotto l’ombra di un’acacia nera.

La domenica sembra un giorno appropriato per pensare. Gli altri giorni sono per graffiarsi, triturare pietre, schivare convenzioni, sorrisi da scheletro. Ma pensare immalinconisce, assorbe. La frotta si allontana. Alcuni si girano e ti guardano con riprovazione. 

Distraggo le mie ore in voyeurismi libreschi, pettegolezzi della storia, circostanze anomale, imprevisti come norma, sollazzi della mente, droghe inutili. I circuiti della logica si intrecciano e fanno scintille. 

Mi strappo in aporie come un ubriaco che si getta da una scogliera senza ali certificate. Non ci sono soluzioni in vista, solo esplorazioni senza cannocchiale, né mappe raffazzonate né imprecisioni satellitari. Vado dove le dimensioni si diluiscono, dove sono passati i beat facendo baldoria senza nemmeno rendersene conto. Non c’è sentiero, né spiriti sfuggenti, neanche una corda per suicidarsi.

Il nulla non mi rallegra, la speranza è vapore mattutino di sterco. Il paradiso di un intellettuale è freddo e solitario, come la rupe di un ariete che mastica neve prima di perire.


REVOLUCIÓN DE LA BRISA


Dos tencas ladronas han vuelto a bajar del manzano a robarle galletitas a los perros. A ellos no parece importarles mucho. Echados sobre la hierba, se preocupan más bien de seguir la rutina humana con la mirada. Escarbo entre viejos cuadernos de notas en busca de textos nunca publicados, frases sueltas, imágenes literarias que nunca utilicé, autores que apunté en un bar con letra borracha. No todo lo escrito me parece hoy relevante. Muchas letras sólo fueron constancias de cicatrices del alma. Mi habitación da a un jardín poco transitado donde crecen sin mayor cuidado encinos jóvenes, camelias ancianas y manzanos en flor. No hace mucho una solitaria gallina se quedó a vivir allí. Digamos que se autoexilió del resto. Nadie se explicó la razón. Durante el día escarbaba entre las flores buscando su sustento. En la noche dormía sobre un taca-taca abandonado, hasta que le expliqué que eso no me parecía lo más adecuado y la expulsé. Entonces ella se fue a dormir bajo unas rosas dentro del mismo jardín. Con el tiempo formó su nido, empolló, sacó sus crías y hoy deambula como oronda emperatriz por ese territorio que ella considera completamente suyo. Nadie osa acercarse pues su fiereza no desmerece ante un mastín. Antes de salir de mi habitación observo todo lo que tengo y no ocupo. Una tele que jamás enciendo, un dvd en el que nunca veo películas, una radio que jamás he sintonizado, un reloj al que nunca he dado cuerda y cientos de libros que nunca han salido de su estantería. Digamos que son meros juguetes de un niño-hombre que ya no juega a nada. Vuelvo al mesón bajo el parrón y ya no recuerdo lo que iba a hacer. Sólo me siento en la silleta y me quedo contemplando la espesa bruma que difumina las montañas. Los altares de mi entusiasmo se suelen llenar de telarañas tras su inauguración. Los ánimos se ametrallan mutuamente dejando un final sin protagonistas. Recuerdo haber escrito una carta donde intentaba explicar ciertas circunstancias dolorosas que contribuyeron a disolver mi antigua familia. No buscaba exculpación, al fin y al cabo a un hijo de puta como yo bien poco le importa que lo crucifiquen con desamor y rumores falsos. Pensaba más bien dejarlo como testimonio de mi huracanado paso por este mundo, clarificar los enredos, los malentendidos, las incomprensiones, y a través de esa precisión narrativa contribuir a que otros aclararan su papel en este teatro de la crueldad humana. Iba bien encaminado, al menos hasta la décima línea. Luego me dije, qué diablos, y concluí sin siquiera un punto aparte. Pero no quería escribir sobre eso. Más bien quería confesar que tengo pensamientos siniestros, hasta asesinos, con los servidores de internet. Hijos de perra que se apropian del aire y te envían mensualmente una factura por 50 dólares por algo que ni siquiera funciona. Creo que necesitamos una pronta y sanguinaria revolución para recuperar la brisa que trae y lleva los mensajes amigos.


RIVOLUZIONE DELLA BREZZA


Due tencas1 ladre sono scese di nuovo dal melo per rubare biscottini ai cani. Questi non sembrano curarsene molto. Stravaccati sull'erba, si preoccupano piuttosto di seguire il tran tran umano con lo sguardo. Frugo tra vecchi quaderni di note in cerca di testi mai pubblicati, frasi sparse, immagini letterarie che non ho mai utilizzato, autori segnati in un bar con lettera ubriaca. Non tutto quel che è scritto mi sembra rilevante oggi. Molte cose sono state testimonianze di cicatrici dell’anima. La mia stanza si affaccia su un giardino poco transitato, dove crescono senza molta cura querce giovani, vecchie camelie e meli in fiore. Non molto tempo fa una gallina solitaria rimase a vivere lì. Diciamo che si è autoesiliata da tutto il resto. Nessuno ha saputo mai spiegarselo. Durante il giorno scavava tra i fiori in cerca del suo sostentamento. Di notte dormiva su un biliardino abbandonato, fino a quando le ho spiegato che ciò non sembrava appropriato e, la cacciai via. Poi andò a dormire sotto alcune rose nello stesso giardino. Col passare del tempo fece il suo nido, covò, portò in giro la sua figliata, e oggi deambula come un’imperatrice trionfa, in quel territorio che considera pienamente suo. Nessuno osa avvicinarsi, perché la sua ferocia non è inferiore a quella di un mastino. Prima di lasciare la mia stanza osservo tutto ciò che ho e che non uso. Un televisore che non accendo mai, un DVD in cui non vedo mai film, una radio che non ho mai sintonizzato, un orologio che non ho mai caricato e centinaia di libri che non hanno mai lasciato i loro scaffali. Diciamo che sono meri giocattoli di un bambino-uomo che, ormai, non gioca più a nulla. Ritorno al banco d’uva sotto il pergolato e non ricordo più quello che stavo per fare. Mi siedo soltanto sulla seggiola e rimango a contemplare la spessa bruma che sfuma le montagne. Gli altari del mio entusiasmo, spesso, si riempiono dopo la loro inaugurazione. Gli animi si mitragliano a vicenda lasciando un finale senza protagonisti. Ricordo di aver scritto una lettera cercando di spiegare certe circostanze dolorose che hanno contribuito a dissolvere la mia vecchia famiglia. Non cerco discolpe, in fin dei conti a un figlio di puttana come me, molto poco importa che lo crocifiggano con indifferenza e false dicerie. Pensavo piuttosto di lasciare ciò come una testimonianza del mio passaggio burrascoso in questo mondo, chiarire intrecci, equivoci, incomprensioni e, attraverso quella precisione narrativa, contribuire perché altri chiariscano il loro ruolo in questo teatro della crudeltà umana. Ero ben orientato, almeno fino alla decima riga. Poi, mi sono detto, che diamine, e ho concluso senza neanche un punto a capo. Ma io non volevo scrivere su questo. Piuttosto, volevo confessare che ho pensieri sinistri, perfino assassini, con i server di Internet. Figli di cagna che si impossessano dell'aria e ti mandano una fattura mensile di 50 dollari per qualcosa che nemmeno funziona. Penso che abbiamo bisogno di una rivoluzione rapida e sanguinaria per recuperare la brezza che porta e recapita i messaggi amichevoli.


1.- Tenca: uccello che vive solo in Cile


LIBREPENSADOR


La libertad de pensamiento y acción tiene sus incordios, como la soledad, el arrepentimiento, la culpa, la nostalgia. Gran parte del camino lo eliges tú mismo, aunque sea por omisión, por no hacer lo que se esperaba que hicieras o por hacer exactamente lo contrario, como una venganza inútil, una hinchadura de pelotas insustancial, exabruptos de la guerrilla cotidiana, el aguantarnos apenas, los días difíciles que desgajan la existencia, que ensombrecen la luz solar, que envenenan la buena intención, el sueño, la expectativa, que te transforman en un perro callejero arrinconado ante una jauría de dogos, un pequeño Truman, experto en zancadillas, adulteraciones, relojerías bombásticas, capaz de hiroshimar el planeta, atrincherado en una caverna llena de agujeros, con ojos procaces que husmean, que sentencian, y tú con tu lanzallamas de maldiciones presto a ser disparado, presto a herir, a avasallar, a caer, a levantarte, a caer... Algo así es la suma de los días de los que han intentado pensar libremente.


LIBERO PENSATORE


La libertà di pensiero e di azione ha i suoi inconvenienti, come la solitudine, il rimpianto, la colpa, la nostalgia. Gran parte della strada la scegli tu stesso, anche quando è per omissione, per non fare ciò che ci si aspettava che facessi, o per aver fatto esattamente il contrario, come fosse una vendetta inutile, una rottura di scatole inconsistente , villanie di guerriglia quotidiana, il sopportarci appena, i giorni difficili che lacerano l’esistenza, che mettono in ombra la luce solare, che avvelenano la buona intenzione, il sonno, l'aspettativa, che ti trasformano in un cane randagio messo con le spalle al muro contro un branco di bulldogs, un piccolo Truman, esperto in sgambetti, adulterazioni, orologerie deflagranti, capace di hiroshimare il pianeta, trincerato in una caverna piena di buchi, con occhi spudorati che fiutano, sentenziano, e tu col tuo lanciafiamme di maledizioni, pronto ad essere colpito, pronto a ferire, a calpestare, a cadere, ad alzarti, a cadere ... Qualcosa di simile è la somma dei giorni di chi ha tentato di pensare liberamente.


YA ES BASTANTE INVIERNO


Por aquí ya es bastante invierno, le digo por mensaje a Pablo Cingolani. Llueve con murmullo persistente. Ha nevado en las cumbres. Las escampadas tienen rumor de viento norte. El musgo se apodera de las piedras, de los estanques, de los troncos viejos. El río Ñuble vuelve a adquirir la prestancia y el rugido de un río sureño. Despierto temprano, incluso en día domingo, es una conducta propiamente campesina que suele acompañar toda la vida. Café para espabilar mirando por la ventana el Malalcura, comprobar que sigue en su sitio. Que la historia previa no fue una ilusión ni menos un sueño de Monterroso. Mis ingredientes para vivir suelen ser imaginarios. Posibilidades y recuerdos que interactúan en una novela inédita, incongruente, circense por defecto. La soledad fantasmagórica de la cordillera exalta mis quijotismos. Si tan solo Doré pudiera dibujarme. Mi cabeza es un Saturno anillado de esqueletos, cañones sin pólvora, generales rusos dubitativos.


E' GIA' ABBASTANZA INVERNO


Qui è già abbastanza inverno, lo dico via messaggio a Pablo Cingolani. Piove con mormorio persistente. Ha nevicato sulle cime. Le schiarite hanno rumore di tramontana. Il muschio s’impossessa delle pietre, degli stagni, dei vecchi tronchi. Il fiume Ñuble riacquista la prestanza e il ruggito di un fiume del sud. Mi sveglio presto, compreso la domenica; è una consuetudine propriamente contadina che accompagna per tutta la vita. Caffè per destarsi guardando dalla finestra il Malalcura, verificare che sia sempre al suo posto. Che la storia precedente non fu un’illusione e tantomeno un sogno di Monterroso. I miei ingredienti per vivere di solito sono immaginari. Possibilità e ricordi che interagiscono in un romanzo inedito, incongruente, circense per difetto. La solitudine fantasmagorica della cordigliera esalta i miei chisciottismi. Se solo Doré potesse disegnarmi. La mia testa è un Saturno inanellato di scheletri, cannoni senza polvere, generali russi dubbiosi.


* Jorge Muzam, scrittore cileno, nato a San Fabian di Alico nel 1972

Versione italiana di Marcela Filippi Plaza

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